Comunicación efectiva - La base de todo


La comunicación efectiva es la base de todo

Yo creo que no hace falta hablar sobre la importancia de la comunicación efectiva. Es indudable que comunicarnos efectivamente puede marcar una tremenda diferencia en nuestras relaciones interpersonales, y esto a su vez, determinará en gran medida el nivel de satisfacción que experimentemos en nuestras vidas. Abundan los casos de personas desgraciadas que fracasaron en la relación con sus hijos, con su pareja o con sus padres; de manera que, la comunicación efectiva es algo que tiene que ver con la felicidad misma. La efectividad de nuestra comunicación puede hacer que nuestra vida sea un total caos, o que por el contrario, sea una fuente inagotable de satisfacciones.
Y esto no pasa únicamente en las relaciones personales, esto va mucho más allá. Esto tiene que ver incluso con el aprendizaje, con las relaciones laborales y cobra importancia vital, en términos de éxito, cuando de hablar de desempeño laboral, mercadeo, ventas, atención al cliente y liderazgo empresarial se refiere. De ahí, que es sumamente importante entender el proceso de comunicación en todos sus niveles; es cuestión de supervivencia.

La comunicación es entre cerebros

Lo que nos define como seres humanos es el cerebro. Por lo menos, hablando en términos biológicos, somos un sistema nervioso en dos patas. Sé que esto puede sonar muy mecanicista, pero en un sentido práctico, eso es lo que somos; de ahí que todo proceso de comunicación, sea finalmente un proceso de interacción entre dos cerebros, entre dos sistemas nerviosos.
Por esta razón, para entender el proceso de comunicación, es justo conocer, al menos de una forma sencilla, cómo funciona nuestro sistema nervioso.

Cómo se comunica el cerebro

El cerebro humano es un sistema que tiene 3 componentes básicos. Vías de entrada, centro de procesamiento de información y vías de salida. Dentro de las vías de entrada tenemos los sentidos: visión, audición, tacto, gusto y olfato; éstas son las rutas por las que entra información a una persona. El procesamiento se da en el cerebro propiamente dicho, y éste será nuestro foco de atención durante gran parte de los análisis que haremos en el blog, porque nos dedicaremos a tratar de entender cómo se realiza ese procesamiento de datos en la mente, de manera que podamos predecir cuál será la respuesta que obtendremos de parte del interlocutor al comunicarle algo, y además, podremos intervenir en nuestro sistema nervioso cuando pretendamos por alguna razón ofrecer una respuesta diferente ante un estímulo que nos llega de otra persona. Finalmente tenemos las vías de salida, que están compuestas por todos aquellos medios que nos permiten comunicar; ellos son a grandes rasgos, el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal. El lenguaje verbal está comprendido por las palabras que decimos y/o escribimos, mientras que el no verbal corresponde a gestos faciales, posiciones corporales; ritmo, volumen y tonalidad al hablar, los silencios que utilizamos, nuestra forma de vestir, e incluso nuestro comportamiento (lo que hacemos y lo que no hacemos), hace parte de lo que aquí llamamos lenguaje no verbal.
Aquí es clave dejar claro que comunicamos en todos los niveles; comunicamos, no solo con lo que decimos, sino también con la forma de decirlo. Toda nuestra existencia es comunicación.

Comunicación Efectiva – La torre de control

Una torre de control posee una sala desde la que se dirige y controla (valga la redundancia) todo el tráfico de un aeropuerto. Imagine qué pasaría si los mensajes entran o salen de forma alterada de ese centro de control; sencillamente sería una catástrofe. Efectivamente lo mismo pasa con la comunicación efectiva. El centro de control es el cerebro mismo, y debemos entenderlo para influir en él de manera eficaz, tanto hablando de la mente de nuestro interlocutor, como de la nuestra.
Si bien es cierto que sobre el cerebro es más lo que se especula que lo que en realidad se sabe, tengo que decir que hay principios que están muy bien avalados por los científicos y que tienen un impacto tremendo en lo que a la comunicación eficaz se refiere. Entre esos conceptos yo señalaré en este post dos de ellos. Uno relacionado con la forma en que recibimos la información: la percepción, y otro con la conducta, entendida no solamente como lo que hacemos, sino también como lo que decimos de forma verbal y no verbal. En otras palabras, hablaremos de cómo entiendo yo, Felipe Velásquez, la conducta y la percepción humana. No sé si vaya a ser totalmente estricto en términos científicos, se trata de mi forma de entender el funcionamiento cerebral, la cual me ha resultado útil para aumentar mi efectividad en términos de comunicación.

Cómo percibimos la información que nos llega

Entender lo que a continuación voy a explicar, nos permite comprender por qué no todos vemos las cosas de la misma manera, y esto a su vez, nos permite empezar a liberarnos de esa preocupación que muchos padecen por lo que el interlocutor piensa de ellos. Cuando logramos entender este fenómeno, empezamos a dejar de angustiarnos tanto por lo que los demás puedan pensar de nosotros.
A nuestra mente llegan 250.000 millones de bits de información por segundo, pero somos conscientes solamente de 2.500 millones de bits. Esto quiere decir, que de toda la información que llega a nuestro cerebro, solo somos conscientes del 1%; existe en alguna parte de nuestra cabeza una especie de filtro, que permite pasar solo una pequeña fracción de todos los datos que entran por nuestros sentidos.
comunicación efectiva - percepción
La pregunta que uno tiende a hacer en este punto es, ¿dónde queda el 99% restante?, pero para mí, la parte más importante no es dónde queda la información restante, sino cómo se determina qué parte de la información llega a nuestra consciencia y qué parte se queda por fuera de ella. Ese es el asunto sustancial desde mi punto de vista, porque esto explicaría por qué todos los seres humanos vemos la realidad de distintas maneras. Entender de qué depende que veamos las cosas de una u otra forma, sería como entender el origen de la vida misma.
Existe un dicho popular que expresa que “cada quien ve lo que quiere ver”. A este refrán yo le agregaría: cada quien escucha lo que quiere escuchar y cada quien siente lo que quiere sentir. Y para que entienda a lo que me quiero referir, quiero mostrarle los siguientes ejemplos.

"Vemos lo que queremos ver"

A continuación le presento dos imágenes.
Imagen 1. Lo que parece ser el cuerpo de una mujer.

Imagen 2. Lo que parecía ser el cuerpo de una mujer.

Cuando alguien ve la imagen 1, por lo general piensa que se trata de la silueta de una mujer, pero cuando se le muestra la imagen 2, esa percepción cambia por lógicas razones. Con la información que nos mostraban en la primera imagen, era perfectamente entendible que creyéramos que se trataba de una persona de sexo femenino desnuda. Los datos visuales que ingresaban a nuestra mente desde la imagen, interactuaban en nuestra torre de control con lo que teníamos almacenado, y después de ser procesada la información, vino a nuestra consciencia un mensaje que decía: “es una mujer”. Fue un proceso automático, una especie de reflejo. La información exterior proveniente de la imagen, interaccionó con lo almacenado en nuestra memoria como lo harían dos sustancias químicas, dando como resultado la idea de que se trataba de la silueta de una mujer. Este ejemplo nos permite intuir que, la forma como una persona percibe un mensaje que le llega, depende de lo que tiene almacenado en su mente, de lo que tiene guardado en su subconsciente. Más adelante analizaremos esa memoria almacenada por fuera de la consciencia con más detalle. Por ahora que nos quede claro que, percibimos las realidad según lo que tenemos atesorado en nuestra mente subconsciente; entendámoslo por ahora, como una especie de programaciones. 

"Escuchamos lo que queremos oír"

Mire el siguiente video.

Es una caricatura de la realidad, pero el video nos ilustra perfectamente lo que pasa en nuestras mentes en relación a la interpretación que hacemos de los mensajes que nos llegan a través de los sentidos. Este niño interpretó el “Si” de su mamá según el significado que tenía almacenado en la mente. La mente siempre interpretará lo que llega a ella en virtud de lo que hay almacenado en el subconsciente, y esto lo verificamos una y otra vez en nuestras vidas cotidianas, cuando queriendo expresar algo, nuestro interlocutor nos malinterpreta. Decimos las cosas de manera que, según nuestra interpretación de la realidad, tienen un significado concreto, pero no contamos con que la forma de ver la realidad de nuestro interlocutor es absolutamente diferente a la nuestra, y eso es lo que hace difícil el proceso de comunicación. Percibimos los sonidos, de acuerdo a lo que está almacenado en nuestra mente subconsciente, escuchamos lo que queremos oír, o mejor dicho, lo que nuestras programaciones mentales nos permiten oír.

"Sentimos lo que queremos sentir o lo que creemos estar sintiendo"

Con los aparatos visual y auditivo nos queda claro que las programaciones subconscientes juegan un papel determinante, pero suele ser impactante darse cuenta que, incluso cuando se trata de sensaciones corporales, específicamente del tacto, las creencias y las programaciones internas también juegan un papel determinante. Miremos el siguiente video.

En el video vemos una especie de simulación de un test de humectantes labiales, en el que le piden a varias mujeres que prueben el producto besando a dos hombres, acto que deben realizar, según la conductora de la prueba, con los ojos cerrados. A las participantes les muestran los hombres que supuestamente deben besar. Proceden a taparles los ojos, y en el momento en que ellas no ven nada, cambian a los apuestos hombres, por dos monos. Seguidamente conducen a las mujeres a besar a estos animales, pero fíjese que ellas creen que besarán a dos atractivos hombres. Al terminar de besar a los animales, ellas dicen que se sintieron bien, que sintieron agradable. En otras palabras, la interpretación de si la sensación de humedad y calor propia de un beso, es agradable o desagradable, depende de la creencia que ellas tienen; en este caso, la creencia de que estaban besando a un galán. Sentimos lo que nuestras creencias nos permiten sentir; por lo menos en cuanto a interpretar como agradable o desagradable la sensación se refiere.

Hasta aquí hemos visto cómo es, a mi modo de ver, el proceso de percepción visual, auditiva y cinestésica (táctil o de sensaciones físicas). Entender que nuestro interlocutor tiene una forma particular de ver, escuchar y sentir, que nunca, absolutamente NUNCA será igual a la nuestra, es punto clave en la comunicación efectiva. Nunca podremos tener una comunicación eficaz mientras estemos pensando que la persona que tenemos en frente ve las cosas de la misma forma que nosotros. Con que aprendamos esto y lo llevemos de una forma práctica a nuestra vida real, entonces habremos ganado muchísimo al leer este post. Con que usted pueda entender este concepto y hacerlo útil en su vida, ya me puedo dar por bien servido.

Pero bueno, pasemos al segundo componente de la comunicación, que desde mi punto de vista debemos entender desde la perspectiva del funcionamiento cerebral.
El segundo componente es la conducta, como ya había dicho, entendida no solamente como lo que hacemos, sino también como lo que decimos con nuestro lenguaje verbal y no verbal.

El comportamiento en la comunicación efectiva 

En este tema tenemos mucho que aprender de disciplinas como el neuromarketing, que nos plantea, según algunos autores, que más del 85% de las decisiones que tomamos son determinadas a nivel subconsciente. Algunos expertos como Gerald Zaltman, profesor emérito de la Escuela de Negocios de Harvard, propone que las decisiones que tomamos de forma subconsciente ascienden al 95%. Muchos otros investigadores apoyan esta idea; entre ellos Aldo Rustichini y John Dylan Haynes, y lo que esto significa es que, tanto lo que hacemos, como lo que decimos con palabras, gestos faciales, posiciones corporales y hasta con nuestra forma de vestir, es determinado en nuestra mente subconsciente; todas estas variables se definen de forma automática incluso antes de que hayamos decidido de forma supuestamente consciente. Todo lo que hacemos, todos los gestos, incluso los lapsus que tenemos al hablar, surgen de las profundidades ocultas de nuestro aparato psíquico, quizá de motivaciones de las que no somos plenamente conscientes. Las implicaciones que esto tiene son muchísimas en comunicación efectiva, porque nos lleva a comprender que, a menos que conozcamos las motivaciones subconscientes de las personas con quienes interactuamos, no podremos aspirar a influir en lo que ellos hacen o piensan.

Bueno, creo que por ahora he dejado, desde mi punto de vista, medianamente explicados los dos fenómenos de funcionamiento mental implicados en el proceso de comunicación. A lo largo de los siguientes post seguiré profundizando en cada uno de estos mecanismos y buscando opiniones de expertos en diferentes temas, que nos permitan formar un criterio que sea aplicable en nuestra interacción con las demás personas.

Bienvenidos sus comentarios, sean los que sean.
Hasta pronto.
Por una comunicación efectiva;

Felipe Velásquez.

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