Las 3 Cosas Que Más Nos Gusta Escuchar A Las Personas Y Cómo Puede Utilizarlas Para Ser Más Persuasivo Y Hacer Que Confíen Más En Usted


Investigaciones han identificado las 3 cosas que más nos gusta escuchar a los seres humanos.

El cerebro humano está diseñado para asociar con placer o dolor absolutamente todos los estímulos que recibe, gracias a que poseemos en nuestra mente dos centros: Centro del Placer y Centro del Dolor.

Se han identificado 3 cosas que, al decírselas a alguien, estimulan fuertemente su centro del placer. Tenga en cuenta que los seres humanos desarrollamos una fuerte conexión con la fuente de los estímulos agradables, por lo que, si utilizamos estas 3 herramientas lingüísticas en nuestra conversación con los demás, lograremos crear fuertes lazos con quien interactuamos.

Utilizar este tipo de palabras es sumamente importante, ya que el ser humano procura repetir todo estímulo que activa su centro de placer y por lo tanto, inconscientemente su interlocutor querrá estar más con usted, en parte, gracias a que activó su centro del placer – hizo que él o ella se sintiera bien.

Sin más rodeos vamos con las tres expresiones que más activan el centro del placer de los seres humanos; vamos de atrás hacia delante.

La Tercera Que Más Activa El Centro Del Placer: “Estás “Flaco (Delgado)”.

En nuestra sociedad occidental se ha creado una asociación desagradable con el hecho de ser obeso (no en todas las personas, pero si en la mayoría). De ahí que escuchar todo lo contrario, genere placer en la mente de quién es receptor de ese estímulo verbal.

Así que, si a usted realmente le parece que su interlocutor está delgado, dígaselo; puede estar seguro que estimulará su centro del placer. Dígaselo si realmente le parece, si usted no es sincero estará cometiendo un grave error, porque estará mintiendo e inconscientemente se lo transmitirá a su escucha; nuestro lenguaje no verbal nos delata y, aunque los demás no se den cuenta de forma consciente que estamos mintiendo, si van a percibir que hay algo en nosotros que no les hace sentirse plenamente confiados.

La Segunda Expresión Que Más Activa El Centro Del Placer: “Tienes Razón”.

No necesitamos estudios científicos para saber que, escuchar las palabras “Tienes razón”, estimulan nuestro centro del placer. Solamente recuerde la última vez que las escuchó. ¿Cómo se sintió cuando alguien con quien hablaba le dijo “tienes razón”? Puedo apostar que se sintió escuchado y valorado.

Nuevamente insisto… dígalo si es sincero, sino, mejor quédese callado.

La Palabra Que Más Activa El Centro Del Placer: El nombre Propio.

Esto es bien sabido por los súper maestros de la persuasión; ellos recomiendan mencionar el nombre del interlocutor por lo menos tres veces al iniciar la conversación.

Cuando entreno vendedores, siempre les enseño que, al hablar por teléfono se refieran a la persona en cuestión por su nombre, mínimo 3 veces. Por ejemplo, si ellos van a hablar con el gerente de una compañía, le deben preguntar el nombre del gerente a la secretaria y en el momento en que les pase la llamada, deben empezar con algo como lo siguiente:


Vendedor: Eh, señor Ramírez?

Gerente: Si, con el habla.

Vendedor: Señor Ramírez, lo que le voy a comentar me llevará 40 segundos en explicárselo, ¿no interrumpo nada?

Gerente: no tranquilo, adelante.

Vendedor: Señor Ramírez, lo estoy llamando porque mi compañía ha…. Bla, bla, bla.

Fíjese que el vendedor repitió tres veces “Señor Ramírez. Lo que se busca con esto es crear una sensación de familiaridad en la mente del señor Ramírez. Estamos acostumbrados a que nos llame por el nombre quien nos conoce. De esta manera, el Señor Ramírez se sentirá más confiado y será más receptivo a las ideas que el vendedor le plantee.

Ahora, usted no tiene que ser vendedor para poder utilizar esta poderosa herramienta. Cada vez que interactúe con cualquier persona puede llamarlo por su nombre, decirle “tienes razón” y por que no, “estás flaco”.

Cómo Utilizar Esto Para Influir Sobre Los Demás.

En el Seminario Técnicas De Comunicación Efectiva, dentro de las herramientas que enseñamos para influir en los demás, se encuentra la denominada Ley de Reciprocidad.

Los seres humanos estamos condicionados para devolver todo lo que nos dan. Fíjese que cuando nos hacen un favor, sentimos la necesidad de devolverlo, o cuando nos hacen un halago nos sentimos inclinados a retornar al interlocutor ese reconocimiento especial que nos hizo. Por ejemplo; cuándo nos dicen algo como: “Te ves muy bien”, solemos responder: “Tu también lo estás”.

Precisamente esa es la Ley de Reciprocidad en acción y la podemos utilizar para influir en las personas con quien interactuamos, estimulando su centro del placer – haciéndoles sentirse bien a través de las tres cosas que más nos gusta escuchar a los seres humanos. En la medida en que proporcionamos placer – bienestar a aquellos con quienes interactuamos, estaremos generando una especie de presión interna en sus mentes, que tarde o temprano influirá en su comportamiento a favor nuestro.

Recuerde: siempre que hable con alguien (especialmente si desea generar un clima de familiaridad y confianza), llámelo por su nombre… hágalo varias veces.

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